Excitación, exaltación, agitación, inquietud, nerviosismo, entusiasmo e impaciencia, todo se reunía en mi cabeza en las horas previa del debut en Europa una de las sensaciones del año 2011. Campeón de la Copa Sudamericana con la “U” de Chile, record de goles en dicha competición (12 goles), y duelo titánico con Neymar por el trono de mejor jugador en América. Ágil y rápido, llegó el Napoli, puso el dinero, 12 millones de euros, y se llevo al extremo Vargas para que pueda dar el salto a Europa. Tras este fichaje, los rumores se desataron. Hoeneß, presidente del Bayern del Münich, soltó la exclusiva: “Este verano ficharemos a un delantero de primer nivel”. Todo hacia pensar que el fichaje de Eduardo Vargas provocaría la marcha de uno de los dos grandes delanteros del Napoli, o Lavezzi o Cavani. El Napoli negó esos rumores de venta, y las especulaciones se cerraron, por el momento.
Quitando las historias que rodean al fichaje de Eduardo Vargas, contra el Cesena era el día en que veríamos debutar en Europa a la sensación chilena que había asombrado en tierras muy lejanas. Un debut esperado debido a la buena temporada que dejó atrás en Sudamérica, ganas de comprobar si Eduardo era el mismo jugador que deslumbró al fútbol americano. Se hizo esperar, pero por fin podríamos disfrutar del chileno. Noche gris para Vargas, propia de un gran jugador que necesita adaptación, noche gris, en general, para todo el Napoli. Fue sustituido en el descanso, pero en la primera parte, fue capaz de dejarnos pequeños destellos de su juego: su velocidad, su gran habilidad con el balón, el gran remate que tiene… Le faltó lo que le faltan a todas las jóvenes promesas que saltan el “charco”, adaptarse, pero todo llegará a su debido tiempo.
Dos frases podrían definir perfectamente el debut en Occidente de Vargas. La primera: “Esto es Europa”. Es difícil dar el salto de América a Europa, y más con 22 años. Lo primero es adaptarse al estilo de juego occidental, y lo segundo, deslumbrar. Paso a paso. La segunda frase sería: “Vargas, bienvenido a Europa”. Inicio de una nueva etapa en su vida, la etapa europea, que corona a cualquier jugador y que hace convertirse a cualquier ilusionista en el Ilusionista.
Eso es lo que espero de Vargas. Deseo que se convierta en el jugador que brille cuando todas las luces de su equipo estén apagadas, aquel jugador que te hace levantarte del sitio con un gran regate, aquel jugador, en definitiva, que puede convertirse en los mejores del mundo. Palabras mayores, más cuando tan solo tienes 22 años. Si consigue adaptarse a Europa, su calidad, velocidad y regate le acompañará de por vida, y sin duda alguna sería capaz de afirmar que Eduardo Vargas escribiría su nombre con letras doradas en la historia del fútbol.
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